domingo, 14 de marzo de 2010

GRATITUD

Te quiero

no porque he aprendido a decírtelo,

no porque el corazón

me sugiera esta palabra,

tampoco porque la fe

me haga creer que eres amor,

ni siquiera solamente

porque has muerto por mí.

Te quiero

porque has entrado en mi vida

más que el aire en mis pulmones,

más que la sangre en mis venas.

Has entrado

donde nadie podía entrar,

cuando nadie podía ayudarme,

cada vez que ninguno

podía consolarme.

Todos los días te he amado.

Todas las horas te he mirado

y en tu rostro

he leído la respuesta,

en tus palabras

la explicación,

en tu amor

la solución.

Te quiero

porque durante muchos años

has vivido conmigo

y yo

he vivido de Ti.

He vivido de tu ley

y no me había dado cuenta de ello.

Me he nutrido de ella,

me he robustecido,

me he repuesto

pero lo ignoraba,

como el niño que bebe de la madre

y todavía no sabe llamarla

con ese dulce nombre.

Concédeme estarte agradecida

-al menos un poco-

durante el tiempo que me quede,

por ese amor

que has volcado en mí,

y que me ha obligado

a decirte:

Te quiero

Chiara Lubich