Jesús de Nazaret es la figura central del Cristianismo. A menudo se le nombra como Jesucristo. Es el Hijo de Dios y una encarnación de Dios mismo. Es tan importante porque murió en la cruz por amor a nosotros y resucitó a los tres días, como decían las escrituras. Jesús fue un predicador judío que vivió a comienzos del siglo I en las regiones de Galilea y Judea y fue crucificado en Jerusalén en torno al año 30. Fue tan importante que su nacimiento muestra un antes y un después en el tiempo. Jesús nació en Belén en un pesebre, y los reyes fueron tras ser guiados por una estrella. Fue bautizado por Juan Bautista en el rio Jordán. Después de esto el Espíritu condujo a Jesús al desierto, donde ayunó durante cuarenta días y superó las tentaciones a las que fue sometido por el Demonio. Después Jesús marchó a Galilea, se estableció en Cafarnaúm, y comenzó a predicar la llegada del Reino de Dios. Acompañado por sus seguidores, Jesús recorrió las regiones de Galilea y Judea predicando el evangelio y realizando numerosos milagros.
En la ultima cena Jesús establece la eucaristía que ahora nosotros los cristianos celebramos para recordar ese momento como nos pidió él. Después se fueron a orar al monte. Judas uno de sus discípulos lo vendió por unas monedas y lo crucificaron. Al tercer día resucitó como estaba escrito. A lo largo de su vida Jesús hizo milagros, contó muchas parábolas, todo para dar a conocer su mensaje, para cumplir su función en la Tierra, que nos amasemos como nos gustaría que nos amaran a nosotros. En el Islam, donde es conocido por el nombre de Isa, lo consideran también como uno de sus profetas más importantes. Es uno de los personajes que han ejercido una mayor influencia en la cultura occidental.
